A veces, en contadas ocasiones a lo largo de nuestra existencia, ocurre que alguien, de algún modo que no puedes explicar, despierta tus sentidos y provoca en tí una reacción absolutamente irracional. Tu mente responde a un estímulo determinado, una palabra, una frase, una mirada, el roce de una piel, una actitud, y este estímulo consigue que la posibilidad de conocer mejor a esa persona se convierta en una de tus prioridades. Intentas darle forma en tu imaginación, le pones una imagen, una voz, un olor, que raramente coincide con la realidad, pero que para tí son necesarios para pensar en ella, para soñarla, para alimentar los deseos que ha despertado en tí y las fantasías que te inspira.
Una nueva ilusión, un comienzo –los comienzos son siempre apasionantes-, una punzada nerviosa en el estómago, y un cosquilleo en otras zonas menos nobles, cuando sientes cerca su presencia, cuando te dirige la palabra, cuando abre esa ventana que nunca suele abrir y lo hace sólo para mirarte, hablar contigo y decirte que eres su inspiración.
12.04.2007
No hay comentarios:
Publicar un comentario