sábado, 4 de enero de 2014

El mechero

Sentía la boca seca. Largas horas sujeto a la cruz habían hecho que su natural resistencia empezara a desmoronarse. Las articulaciones de sus brazos y piernas ya eran un hormigueo constante cuando no unos insufribles calambres.

Ella a lo largo de las horas, con la precisión de un reloj suizo, se había asomado cada media hora y una vez comprobado su estado, sin decir palabra, le dejaba solo nuevamente en la penumbra de aquella habitación

Todo había empezado en la cena, una cena que había transcurrido tranquila, en amenas charlas, como siempre hacían. El, tras tomar los postres, decidió fumarse un puro, algo que hacía esporádicamente ya que a ella le encantaba su olor. Ella relajada intento alcanzar el mechero para encender un palillo y ayudarlo a prender el puro, pero la suerte quiso que el mechero se le fuera de las manos, yendo a parar al suelo.

- Dame el mechero le dijo ella.

- Está más cerca de ti y te cayó a ti, recógelo tu, se atrevió a decir el.

Una sonora bofetada estalló en la estancia. El, sorprendido y lleno de ira, la miró fijamente durante unos segundos.

Segundos en los que ella mantuvo la mirada, hasta que él la bajó. Nuevamente cada uno tenia su posición, pero el no recogería aquel maldito mechero.

Ella sabia de la banalidad de intentar que lo hiciera ahora, antes tendría que doblegarlo, pero no estaba dispuesta a perder la oportunidad de practicar un castigo que llevaba semanas pensando y deseando.

-Levántate, le ordenó

Y haciendo que la siguiera le condujo al cuarto de los castigos, le ordenó desnudarse, y sin contemplaciones le sujetó a la cruz dispuesta en la pared.

Tomó el gato en sus manos y empezó a azotarle haciéndole contar uno a uno y rebajando en 10 cada vez que él no contaba, hasta llegar a 100.

El ahora calcula que sus dudas le supusieron unos 40/50 más.

A continuación le colocó unas pinzas unidas por una cadena de la que pendían unos pesos y se dedicó a fotografiarlo durante media hora.

Las colgaré en mi pagina, le decía entre risas, así todos verán el perrito que tengo.

Una vez cansada de este juego colgó de su cuello un transmisor de los que se usan para escuchar a los bebes desde otra habitación, y tranquila se fue a dormir.

Ya es mediodía y sus dolores son terribles. Ella entra en el cuarto trayendo en una mano el puro, en la otra un mechero de cocina.

Le coloca el puro en la boca y le hace fumar, mientras con el mechero se entretiene en depilarle el vientre.

Un olor acre llena la estancia, él muerde el puro para que ella no pueda disfrutar de un solo grito. Por fin la depilación ha terminado. 

Se aleja de él, le observa satisfecha y acercándose de nuevo toma el puro en sus manos haciendo dibujos con él en el vientre del perro sin dejar de mirar sus ojos. Ya sabe que lo ha roto, ahora simplemente se trata de terminar el castigo. Ya lo tiene donde queria. Y lentamente, haciendo que la sensación se alargue en el tiempo, apaga el puro en su vientre.

El da un alarido, largo intenso. Y lo termina con un

- Gracias mi Ama.

Feliz ella le suelta, le indica que se vaya a duchar antes de hacerle las curas y el abandona la estancia. Ella espera, no cree haberse equivocado. 

Un par de minutos y él esta en la puerta con la mirada en el suelo, extiende su mano y...

- Su mechero mi Ama.


Anastasia ©
28.09.2010

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