sábado, 4 de enero de 2014

Su puta

La había obligado a tumbarse en la cama y le había atado los brazos en cruz, dedicándose ahora a sus piernas. Ella, por inercia, las estiró pero un azote en el coño hizo que las encogiera. 

- Te he dicho que las estires, perra? - No, mi Amo. - Pues dobla las rodillas y no pienses. 

Hizo lo que se le ordenaba y notó como una cuerda se enrollaba a su tobillo y al momento quedaba tensada. Acto seguido, otra cuerda por debajo de su rodilla le hacía separarlas. El repitió la operación con la otra pierna y admiró su obra, así la quería ver. Expuesta, abierta para El y sus planes.

Hoy vamos a jugar con fuego y lo vas a disfrutar, le dijo al tiempo que encendía un cigarrillo, y mientras lo fumaba, fue explicándole lo que le haría, despacio, con detalles, provocando que ella disfrutara de todas las sensaciones que le estaban causando sus palabras, estupor primero, temor después, deseo más tarde. Cuando terminó de fumar ella ya estaba húmeda y ansiosa. Ya la tenía donde quería, pero aún la haría desearlo un poco más.

- Pero antes de eso, querida, creo que me debes algo. - Sí, mi Amo, un castigo. - Has sido mala, verdad? - Sí, mi Amo. - Has sido la más puta, verdad? - Sí, mi Amo. - Qué instrumento odias con toda tu alma? - El cable, mi Amo. - Crees que mereces que te azote con el cable? Sería justo? Temblándole la voz, la perra respondió afirmativamente.- Cuántos azotes crees que mereces? - Diez, mi Amo. - Bueno, yo habría dicho que con cinco había bastante, pero si tú crees que son diez los justos, que sean diez, dijo soltando una de esas carcajadas que hacía que le odiara con toda su alma.Dónde los quieres, perra? - Mmmnno sé, mi Amo. - Bien, entonces decido yo. El primero en tu pecho izquierdo, después el pecho derecho, vientre, caras interna y externa de los muslos, caderas y el último en el clítoris.

Sin pensarlo empezó a azotarla, el dolor era terrible, el cable quemaba su piel, gritaba, le insultaba, suplicaba, pero El no se conmovía y no se detuvo hasta que finalizó su recorrido. Todo su cuerpo estaba marcado por dibujos enrojecidos. 

- Ah, se me olvidó decirte que hoy sí vas a tener marcas. Ya está bien de cuidarte tanto. Cuando te lo merezcas tendrás cuidados, mientras sigas comportándote como hasta ahora, te trataré como lo que eres. Voy a por una cerveza, ve pensando en lo que te espera.

Se alejó lo suficiente para que ella no le viera, pero siguió observándola. Aún lloriqueaba de dolor pero poco a poco fue relajándose y su expresión cambió. De nuevo estaba en el punto ideal para empezar a jugar en serio… era lo bueno que tenía, ella solita se hacía todo el trabajo, sólo había que darle una pequeña idea para que su mente la desarrollara y su sexo empezara a funcionar por su cuenta…

Volvió con la cerveza en la mano y se sentó a horcajadas sobre su vientre. Mirándola fijamente a los ojos encendió un cigarro, lo puso al rojo con una aspiración profunda y lo acercó a su piel. El temor se reflejaba en sus ojos, pero, como siempre, intentaba ocultarlo, mirándole fijamente, retadora, chula como ella sola. El cigarrillo se acercaba cada vez más a su pezón izquierdo, su respiración se aceleraba, el labio inferior temblaba ligeramente… 

- Sabes que tienes una palabra de seguridad, verdad? - Sí, mi Amo. - La vas a usar? - Jamás la he usado contigo y no será ésta la primera vez, mi Amo. - Así me gusta, esa es mi perra. 

Y sin avisar, con un golpe rápido de muñeca, tocó el pezón con la punta del cigarro. Ella dio un brinco pero no se quejó. 

- Te ha gustado, eh, zorra. Veremos si el otro lo aguantas igual de bien. 

Sin dejarla reaccionar, acercó el cigarrillo al pezón derecho, dejando que notara el calor. Empezó a gemir, le estaba quemando, pero quería más, lo necesitaba. 

- Lo quieres, perra? - Sí, mi Amo. - Suplícalo! - Por favor, mi Amo. Quémame. 

No hizo que lo repitiera y tocó el pezón manteniendo el contacto durante unas décimas de segundo. Gritó, gimió, suspiró y un orgasmo la recorrió de la cabeza a los pies.

- Te has corrido sin permiso? - Sí, mi Amo, respondió ella avergonzada. - Peor para ti, el próximo orgasmo tardará más en llegar y no creo que eso sea bueno.- Por qué no será bueno, mi Amo? - Cachisss, no te lo he explicado todo. Ahora lo verás, pero antes… te acabas de ganar otro castigo, no te parece? -y poniéndose en pie se desabrochó el cinturón-. - No, por favor, cinturón no. - Sí cielo, cinturón sí y te recuerdo que hoy quiero hacerte marcas, esta vez irán todas a las tetas. 

Lo quitó de un tirón y empezó a azotarle los pechos. Ella empezó con su baile habitual intentando escapar y su retahíla de insultos y súplicas, mientras el cinturón caía sobre sus tetas una y otra vez, siempre en el punto exacto que El estaba buscando. Cada golpe en el pezón iba acompañado por un grito de ella y una carcajada de El, pero no se detenía más que para tocar las marcas que iban apareciendo en su piel y los moratones que ya empezaban a asomar.Una vez satisfecho, cuando ella ya era un mar de lágrimas, se sentó y la abrazó. La tranquilizó, la besó, le dio las gracias. Dejó que se desahogara mientras la acariciaba como a una niña y le desató una mano para que pudiera fumar.

Acabado el cigarro la volvió a atar y empezó a acariciar su clítoris. Estás chorreando! Mira que llegas a ser puta, a ver si se va a apagar…

La última palabra quedó flotando en el aire, mientras ella intentaba discernir su significado y al mismo tiempo que El buscaba una vela. La partió por la mitad, abrió los labios de su coño y la introdujo en la vagina hasta la mitad, encendiéndola después. Ella empezó a ponerse nerviosa, pero cada vez más excitada. Cogió la otra mitad, la encendió a su vez y empezó a verter la cera en su coño. Ella gritaba, se quejaba. 

- Si te mueves te quemarás, tú misma. 

Intentaba estar quieta pero no podía, su clítoris estaba totalmente cubierto por cera, la llama cada vez se acercaba más a su piel… por favor, mi Amo, por favor.

- Quieres que la saque? - Sí mi Amo. - Qué me das a cambio? - Lo que quieras, mi Amo. 

Sonrió, sabiendo que ésa sería su respuesta. Extrajo la vela, encendió con ella otro cigarrillo y la sustituyó por éste. Lo introdujo hasta la mitad y cogió el vibrador. 

- Bien querida, ya sabemos que necesitas juntar las piernas para correrte, pero me temo que hoy no te será posible, tendrás que hacerlo con las piernas separadas. Y te conviene llegar rápido, el cigarrillo tarda 7 minutos en consumirse y tienes 3 minutos dentro, de modo que o te corres en 4 minutos o te quemas. Ha quedado claro?

Ahora sí estaba muerta de miedo, sabía que sería muy difícil tener un orgasmo en ese tiempo con las piernas abiertas y la mente puesta en el temor a quemarse, pero también sabía que no podía defraudarle, esta vez no.

El accionó el vibrador en modo lento y lo colocó en su clítoris, empezó a gemir y a retorcerse pero estaba demasiado nerviosa. -No voy a poder, no voy a poder- pensaba. Justo en ese instante abrió los ojos y se encontró con los suyos mirándola fijamente, transmitiéndole todo el amor y el orgullo que sentía por ella y sabiendo lo que estaba pensando… Sí puedes, córrete para mí, Neska. 

No hizo falta más. Escuchar su nombre de perra de sus labios era el mayor premio que podía obtener. Era lo que daba sentido a todo. Lo que convertía en natural que la torturara, que le quemara los pezones, que se los arrancara si eso era lo que quería, incluso que ese cigarro se consumiera dentro de su vagina. Y, con ese pensamiento, se corrió como la puta que era. Su puta.

Anastasia ©
01.09.2012

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