viernes, 7 de febrero de 2014

Azótame pero no me hagas daño

Y ahora, azótame. Sí, azótame, pero permíteme que antes te diga cómo debes hacerlo. Olvida normas, protocolos, roles y posiciones. Voy a hablarte de persona a persona, de mujer a hombre. Apartemos a la sometida y al sometedor, dejémonos de teatros, interpretaciones, papeles y guiones, aquí sólo hay tres protagonistas, tú, yo y sentir. No me intentes convencer con vanos argumentos, no hay negociación, así que mírame a los ojos y escúchame atentamente.

Nunca olvides que sin mí no existirías, que soy yo quien pone el látigo en tus manos, puedes cogerlo con mis condiciones o buscar otro ofrecimiento que te encaje mejor. 


Azótame con cariño, con ternura, con pasión. 

Azótame como premio, buscando mi placer antes que el tuyo. 
Azótame porque lo deseo, porque lo deseas, porque lo deseamos.
Azótame con la misma dulzura que desprendes al besarme.
Azótame acariciándome, haciendo que te sienta y sintiéndome.
Azótame con tus ojos y tus palabras antes de descargar cada golpe.
Azótame para excitar, para estimular, para enardecer todos nuestros sentidos.
Azótame como un gesto más en nuestro particular modo de entregarnos.
Azótame porque eres libre de hacerlo, porque es lo que deseas, porque te lo pido, porque lo compartimos, pero...
Azótame provocando que me sienta tuya, no lo hagas para sentirme tuya.
Nunca me azotes para creerte más grande, más macho o más fuerte, porque eso te convertirá en hormiga hembra a mis ojos.
No me azotes para anularme, porque me creceré y me perderás.
No me azotes para castigarme fuera de nuestros juegos, porque nadie tiene poder para castigar a una Diosa.
No me azotes para hacerme sufrir, para hacerme llorar, ni para humillarme, porque sólo te humillarás a ti mismo.
No me azotes para desahogarte, recuerda que yo también lo necesito en ocasiones.
No me azotes porque es lo que debes hacer, porque alguien lo dice, porque lo leíste en un manual.
No me azotes porque eres un hombre y tienes ese derecho, perderás tus derechos como hombre si lo haces.
No me azotes porque soy sumisa, azótame porque te cedo ese honor y te presto mi cuerpo para el disfrute de ambos.

Y sobretodo, querido Amigo, azótame pero no me hagas daño. No dañes mi corazón, mi alma, ni mi mente.

Si lo quieres, si eres capaz de disfrutarlo de este modo, si es lo que de verdad te hará sentir y vibrar, cógelo. En caso contrario, te deseo que encuentres lo que buscas.


Anastasia ©



4 comentarios:

  1. ¿Cuándo entenderán los mediocres que son estos, los que no hacen daño, los únicos azotes válidos?
    ¿Cuándo aprenderán a sentirlo y transmitirlo?
    ¿Cuánto tardarán en darse cuenta que su juego no es el juego?
    ¿Cuántas más tendrán que sufrirlos?
    ¿Cuántos manuales escribirán aún para justificar su incapacidad?
    ¿Cuántos cuentos contarán y cuántas se los creerán?
    ¿Por qué jamás les he leído nada parecido a esto?...

    Soy optimista y sé que algún día estos mediocres serán capaces de entender de qué va el asunto y dejarán de agazaparse tras ese cliché maniqueo que sirve de refugio a su inseguridad. Ese día llegará, seguro. El cambio se producirá, pero no serán ellos los que lo lleven a cabo, será una mujer, con toda seguridad. Será una mujer quien les haga bajarse de su ególatra pedestal y les haga entender que la entrega es mucho más, que el juego no consiste en quedarse en la piel, que el secreto se encuentra más adentro, en ese sitio al que ahora, por muchos golpes que den, son incapaces de llegar.
    Bravo, Señora. Usted será una de las que propicie ese cambio y una de las primeras en disfrutarlo.
    Un besazo.
    Dulce

    ResponderEliminar
  2. Lo entenderán, querido Amigo, acabarán entendiéndolo, porque existen personas como Usted que empujan a las personas como yo a luchar contracorriente, a pelear, a poner a aquéllos que no lo comprenden y a aquéllas que lo aceptan sin cuestionarlo, frente al espejo de la realidad, porque la esencia del bdsm no es otra que compartir y disfrutar. No de nuestro bdsm, sino del bdsm de todos, o al menos debería serla. Sin miedo, sin fuerza, sin presiones y sin daños irremediables, sobretodo sin que nadie haga daño a nadie, por muchos azotes que dé, muchas pinzas que ponga o mucha cera que vierta.
    Su lametón.

    ResponderEliminar
  3. Muy bien expresado Anastasia. Por lo que conozco pocos se atreveran con tu reto porque pocos he visto con esa maestria

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Ryna. Entiendes ahora por qué soy una perra libre? Pocos lo entienden así y a mí no me sirve de otra forma. Pero haberlos haylos, doy fe.

      Eliminar