viernes, 21 de marzo de 2014

Lo que verdaderamente importa

Aguardas el momento. Expectante, curiosa, sin saber qué pasará, cómo transcurrirá el encuentro, qué palabras se pronunciarán, cómo reaccionará tu piel cuando se encuentre por primera vez con esa piel desconocida. A qué olerá, a qué sabrán sus besos, cómo será el tacto de sus manos.

Pasan los días y la curiosidad se va haciendo más intensa y a cada hora, cada minuto que pasa, se acrecienta la necesidad de saber, de conocer, de averiguar, de comprobar, y mientras la espera transcurre te sigue cuidando en la distancia, descubriéndote, protegiéndote, mimándote, escuchándote, levantándote, sujetándote y adorándote. Sin cansarse, sin desfallecer, sin quejarse ni agobiarte. Estando ahí, sin más, sin ataduras, sin obligaciones, sin reproches, sin malos rollos, sin presiones, sin pretender cambiarte, disfrutando de ti tal y como eres, con tus pocas virtudes y tus muchos defectos.

Y un día de repente, el universo se da la vuelta y de forma inesperada, mucho antes de lo previsto, aparece ante ti con su mirada limpia y sus brazos abiertos, y antes de sumergirte en ellos, antes de tocarle, mucho antes, ya sabes que todo va a ir bien. Y te dejas abrazar, y te acurrucas como una niña, y le besas, y aspiras su aroma, y saboreas sus labios y hablas, hablas sin cesar, y escuchas, y te empapas de cada instante, y a la vez las horas vuelan y el tiempo se detiene, y guardas en tu retina imágenes que sabes que nunca se repetirán porque nunca volverás a verle por primera vez, porque nunca otra vez le sentirás sin haberle sentido antes.

Pero transcurre el tiempo en un suspiro y se marcha. Le ves alejarse y te quedas pensando, reflexionando, rememorando, acariciando las marcas que ha dejado en tu piel. Piensas en las diferencias que existen entre vosotros, en lo distintos que sois, en lo distinto que es a todo lo que conoces, a todo lo que creías desear; pero a medida que pasan los días te sorprendes al ser consciente de que en realidad no hay diferencias, que la vida es un círculo y que vuelves a vivir lo que ya has vivido, lo que conoces tan bien y en otro tiempo te hizo tan dichosa. De nuevo vives aquello que te abrió los ojos y el alma a una vida distinta. 

Te sabes cuidada, valorada, adorada, única y especial. Ha conseguido hacerte sentir por fin, una vez más, una Diosa, y sonríes al darte cuenta de que en realidad, ante todo y sobretodo, eso es lo que verdaderamente importa, sólo eso.

Anastasia ©



No hay comentarios:

Publicar un comentario