sábado, 3 de mayo de 2014

Experiencias

Hace unos meses tuve una experiencia inolvidable desde mi otra vertiente, la dominante. Una sumisa muy grande, la más grande que conozco, que además es una mujer excepcional y una bellísima persona, decidió ponerse en mis manos después de muchos años de amistad y vivir conmigo un encuentro muy especial. Días más tarde, escribió en su blog el texto que paso a transcribir junto con mi respuesta al mismo, porque sí, porque quiero conservarlo en este rincón y porque me siento orgullosa, para qué negarlo, de haber sido capaz de inspirar algo así. Pedantería? Quizás. Nunca he negado ser pretenciosa, no voy a hacerlo ahora.

MI NUEVA PRIMERA VEZ

Tensión facial... esa dificultad para sonreír o expresar algún tipo de emoción sin parecer de cartón... eso fue lo primero que me produjo cruzar por segunda vez en mi vida aquel umbral.

Era extraño porque, las sensaciones previas a la sesión, no se parecían en nada a las que estaba acostumbrada a tener en situaciones semejantes; no eran mejores ni peores, simplemente no eran las mismas.

Se me ocurren múltiples razones para que eso pasara, pero después de darle una infinidad de vueltas desde que aquello sucedió, ya he hallado la respuesta: no había presión!!

Y que maravillosas son las experiencias en las que no existen presiones de ningún tipo; yo no las llevaba y ninguna de las personas allí presentes me las impusieron.

Con el tiempo, recuerdo aquella noche de distinta manera a que si hubiera escrito este blog días después, y la verdad que me alegro de haberme esperado, porque aunque quizás haya perdido frescura, he ganado perspectiva.

Ahí estaba Ella y no podía mirarla, me pidió que la mirara, y no podía, me ordenó que la mirara, y volví a sentir esa cara de cartón con la que había cruzado su umbral, esa sonrisa tonta que no puedes borrar de tu rostro.

La miré, la miré fijamente a los ojos, apenas sin pestañear, y como un flash que parece que dura horas vinieron a mi mente todas nuestras conversaciones y recuerdos mutuos (los divertidos, los tristes, los duros...) y a pesar de que mi cuerpo llevaba desnudo algún tiempo, fue sólo entonces cuando me sentí desposeída de cualquier prenda, escudo o esquina donde poder refugiarme... jamás he sentido esa desnudez de alma mirando a alguien.

Entonces comprendí que LA ENTREGA, ese regalo tan valioso que damos a la persona en cuyas manos nos ponemos, sólo es amor y respeto... nada más... sin miedos, sin expectativas por cumplir, sin fracasos posibles, sin decepciones ocultas, como dije anteriormente, sin presiones.

Y... estuvo muy bien, lo pasamos de puta madre vamos, jajaja, desde entonces a veces me sorprendo recordando algún momento concreto y automáticamente sale una carcajada por mi garganta y una gran sonrisa.

Cada minuto que duró la sesión, una pieza de mi puzle mental se colocaba en su sitio; aquellas piezas de puzle ahora sin hilos, que un día saltaron por los aires y que no había vuelto a poder ordenar, se colocaban solas, casi burlándose de mi, a cada azote, a cada pinza, a cada gemido, a cada palabra, a cada gota de cera, a cada caricia...

Ahora, con esa perspectiva que da la distancia, tengo el total convencimiento que tener esa sesión me ha proporcionado algo extremadamente valioso (a lo que aún no he sido capaz de poner nombre).

Y como una serpiente muda su piel, yo mude la mía, y no es por nada, pero esta nueva piel es además de más bonita, más mía.

Desde que te conocí siempre has estado ahí... tu mano siempre en mi espalda, sujetando mi alma...

A pesar de todo, siento que mi vida es muy afortunada... tu estás en ella... Gracias!

Lluna

Hay momentos en la vida, instantes fugaces a veces, que te hacen sentir muy bien y muy grande, que te hacen comprobar que estás en el camino adecuado, que no te equivocas en tu actitud y sobretodo en tus elecciones. No diré que me has dejado sin palabras, porque ya sabemos que si callo reviento, pero sí te daré las gracias por tu cariño, tu respeto y tu entrega, esa entrega que tú piensas que nació esa noche pero yo siento hace mucho tiempo.

A pesar de eso, lo que más me llena, sin ninguna duda, es haber podido ayudarte por fin a cambiar esa piel. Sólo por esa metamorfosis, ni por el honor de atravesar esa puerta contigo (que fue muy grande), ni por el placer (que lo hubo), ni por las risas (que fueron muchas), ni por la experiencia (que fue una de las más gratificantes de mi vida), sólo por tu liberación ha valido la pena, porque sabes muy bien que ese ha sido mi mayor objetivo desde hace mucho, mucho tiempo.

Gracias niña, gracias por todo. Te quiero

Anastasia

4 comentarios:

  1. Bonita descripción de entrega. Que difícil debe ser combinar los roles de Dominante y sumisa y sacar sobresaliente en ambos.

    ResponderEliminar
  2. Gracias Señor. Sí que es difícil, pero sobresaliente? bufff, me queda mucho para eso, sigo aprendiendo todos los días.

    ResponderEliminar
  3. Uff sé lo que sientes...aunque mi experiencia no se puede comparar con la tuya,ya que la mia fue ciber...me encantaria haberla echo real. Enhorabuena niña!!!

    ResponderEliminar
  4. Gracias Isuzu. Siempre he sido muy afortunada con las personas q se han puesto en mis manos.

    ResponderEliminar