jueves, 2 de abril de 2015

Humillación

Como siempre vaya por delante que respeto cualquier opción, gusto, práctica y parafilia. No seré yo quien juzgue lo que hacen otros, siempre y cuando lo disfruten, ojo. Pero me gustaría dar hoy mi perspectiva personal al respecto de la humillación dentro del bdsm.

Hace ya mucho tiempo aprendí que una de las muchas cosas buenas que nos aporta este mundo es la posibilidad de crecer y engrandecernos abriendo nuestras mentes, perdiendo tabúes i prejuicios, pero nunca la de menguarnos o anularnos.

Y es más, ese crecimiento no se delimita a nuestra parcela bdsm, sino que se aporta a nuestra identidad en cualquier aspecto de la vida.

Dicho esto, recuerdo que personas con años de experiencia me enseñaron cuando aún daba mis primeros pasos bedesemeros que si algo no debía permitir jamás es que otra persona, ostentara el rol que ostentara, me despojara de lo más grande que tengo. Mi dignidad.

Y vive Dios que lo aprendí!

Pero no se confundan, no lo aprendí porque siguiera aquellos consejos… en realidad creo que en mi puñetera vida he hecho caso a ninguno. Si lo aprendí fue porque todos los grandísimos Dominantes a los que he pertenecido han opinado exactamente igual que aquellas personas. Supongo, es más, estoy prácticamente segura, que si hubieran pensado lo contrario hoy mi discurso sería otro (o tal vez estaría fuera de esto desde hace años). De todos es sabido que quien hace a la sumisa es el Dominante y en ese caso me habrían llevado a entender la humillación como una parte del crecimiento y bla bla bla, pero como se da el caso de que ha sido al revés, pues qué quiere que le diga. No lo entiendo.

No entiendo donde está el crecimiento de una mujer obligada a comer del suelo, o sucia como un animal rodeada de basura, o usada como un vulgar agujero sin identidad. No me cabe en la cabeza donde está el placer de un enema, de ver como la persona a la que no olvidemos que como Dominante estás obligado a cuidar, digo, de ver cómo retiene hasta cinco litros de agua en su vientre sin poder expulsarlos y no entiendo qué puede aportarme de sano y hermoso que la persona a quien le hago un regalo tan precioso como mi entrega, me premie con insultos y desprecios, escupiéndome a la cara o regalándome a otros para que hagan conmigo lo que no tienen cojones de hacer con sus mujeres.

No me cabe en la cabeza qué tiene de dominación y sumisión arrastrar a otra persona por el barro, vejarla, degradarla y despojarla de su dignidad y su orgullo por el mero placer de sentirse superior, más grande y más poderoso.

Y ahí está el quid de la cuestión.

Lo escribí hace tiempo: “no me azotes para sentirte más grande, más macho o más fuerte, porque eso te convertirá en hormiga hembra a mis ojos.”

Y a buen entendedor, pocas palabras bastan.

Reitero, ésta es mi perspectiva personal vista desde mi forma de vivirlo. Desde lo que me han enseñado, lo que he aprendido y la manera en que siempre he sido tratada. No digo que sea malo ni critico a quien lo practique, me limito a dar mi opinión... y si no lo digo, reviento.

Anastasia©

No hay comentarios:

Publicar un comentario